Había una vez un hombre que olía tan bien el viento, que sabía de dónde venía , cómo iba a ser y todo lo que podía hacer ese viento. Por eso, todos los vecinos del pequeño pueblo donde vivía, iban a preguntarle multitud de cosas que tenían pensado hacer, para ver qué tipo de viento iba a hacer y si podrían realizarlas.
Le preguntaban cosas tan variadas como: ¿Cuándo debían relizar su siembra., recolectar sus cosechas, sacar a pastar sus animales, pintar sus casas algunos...hasta cunado debían casarse.
Todos confiaban mucho en el oledor de vientos, hasta que un día se equivocó y no supo detectar las características de un viento muy fuerte cargado de barro que vino y les manchó sus fachadas. Entoces ya no se fiaban de él, no lo buscaban, no se fiaban de él cuando les avisaba de otros vientos dañinos, hasta que fue a avisarles de que un gran viento fuerte y destructor se estaba acercando. Fue de casa en casa avisando a todo el mundo. Les decía que recogieran a sus animales, cibrieran sus cosechas, cerraran bien sus casas, pero hubo muchos que no le creyeron y cuando el viento llegó causó mucho desastre, incluso desgracias.
Los que le creyeron tuvieron mejor suerte y tomaron sus medidas para recibir al viento destructor. desde entonces le vuelven a tener en cuenta en sus predicciones y le perdonan el pequeño error del pasado.
Sandra, CEPR Juan Pedro
Sandra, CEPR Juan Pedro
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